miércoles, 13 de agosto de 2008

Y yo te vi en un bus

Esta historia lleva casi el nombre de aquella canción de Enanitos Verdes. Solo que es la versión chola, la versión peruana. Lo digo porque en Lima no hay trenes por eso sería imposible que fuese igual, pero si hay...combis. Combi, ese medio de transporte tan ordinario... por ello decidí llamar la entrada "Y yo te vi en un bus", que suena mas polite, mas nice.

Hagamos ahora la regresión histórica... Corría el año de 1996, yo había terminado el colegio el año anterior y acababa de cumplir 17 años. Estábamos en el templado mes de Mayo, que aquel año se le dio por ser bastante lluvioso, había ingresado a la Pre-Richi el mes anterior, su local quedaba por Valle Hermoso. Coincidía que ese año estaban construyendo el by pass del Ovalo Higuereta y los carros ya no podían subir por Benavides sino que entraban por la zona de la Castellana. Mi look, ja! Que look... solía ser un jean viejo, 3 polos (me ponía dos polos debajo del que llevaba para poder andar en manga corta) y una camisa de franela a cuadros que por aquellos días eran comunes y que yo usaba remangada hasta los codos.

Volviendo a la historia, uno de aquellos días salí de mi casa en la tarde para ir a clases (empezaban 2:40), tome el bus en la esquina y me senté en la tercera fila. Parecía un día cualquiera hasta que por aquel desvío que debía tomar la combi subió, de repente... un ángel. Era una chica de tez clara, pelo castaño y de mirada penetrante que por alguna razón desconocida clavo sus ojos en los míos. Con algo de roche y extrañeza, me ocultaba entre las cabezas que estaban delante y cuando me descubría, allí estaban ellos, mirándome. Ella tenía su cuaderno y un libro y por su apariencia debía estudiar en la de Lima. Al momento de bajar aun la mire una vez más, no pude ver el titulo de su libro para al menos tener una pista de donde estudiaba o que estudiaba. Pero en fin ahí quedo, pequeña anécdota... si solo fuera ella.

Pasaron los meses, ingrese a la Richi en primer puesto de Ciencias Económicas, debió ser cuando en octubre o noviembre tome una combi que estaba casi vacía una mañana temprano para llegar a clases. Una vez más mi look... otro jean viejo, casi con hueco en la rodilla y mi camisa de franela con las mangas remangadas... un desastre. Pasando por el ovalo la combi se detiene y de repente... nuevamente la misma chica subió en ella. Esta vez no estábamos lejos, yo estaba en el primer asiento y ella se sentó delante mío y como en aquella ocasión... cada vez que mi mirada se detenía en sus ojos, ella se quedaba allí... devolviéndomela. Empezaron los cuestionamientos, las preguntas en mi cabeza a mil por hora: ¿Le hablo? ¿Le pregunto donde estudia? ¿Estoy alucinando? y como dice la canción: "y no supe ni siquiera que decir". Mis complejos de aquella época, yo, un casi nerd, que con las justas tenia para sus pasajes para no llegar caminando a la universidad, que se vestía con la misma ropa que en tercero de media... ¿Qué iba hacer preguntándole a una chica preciosa, con decenas de pretendientes, que seguramente acostumbraba ir a lugares que yo no podía darme el lujo de ir y peor aún ni siquiera conocía, preguntarle su teléfono? En esas cavilaciones llegue a la universidad y tras una última mirada a sus ojos, me baje, una vez más, sin decir nada.

Volví a tratar de encontrármela, tomaba la S (la ruta que iba hacia la de Lima) pero nunca tuve suerte. Me quedo la duda por mucho tiempo ¿Por qué me miraba? ¿Qué hubiese pasado? Hace mucho deje de pensar en ello y ahora solo lo recuerdo como una anécdota de mi adolescencia, de cuando fui joven, de aquellos años en que veía el mundo como un lugar extraño, en el que una persona como yo, que vivía en un limbo entre clases, no encajaba en ninguna de ellas.